Desde lejos, el ébola agitó fantasmas propios y ajenos en Latinoamérica

por Diego Lanese


Cuando Souleymane Bah llegó a un centro asistencial de Cascavel, en el estado brasilero de Paraná, nunca imaginó que en pocas horas estaría en todos los diarios de la región. Afectado por un cuadro febril, este ciudadano de Guinea se convirtió en el primer caso sospechoso de ébola en Latinoamérica, lo que generó un impresionante operativo sanitario.

Luego de aislarlo en esa ciudad, fue trasladado en un avión sanitario al Instituto Nacional de Infectología Evandro Chagas, en Río de Janeiro, donde se le practicaron los estudios de rigor. A los pocos días, las autoridades brasileras descartaron que Bah estuviera infectado con el virus de la enfermedad, lo que llevó tranquilidad. Pero el caso mostró cómo el fantasma de este mal, que a enero del 2015 causó en África occidental más de 8 mil muertes, se instaló entre nosotros, cambiando algunos hábitos y agitando prejuicios previos.

El ébola se trasmite por contacto directo con un enfermo o con sus fluidos (vómito, sangre, orina o materia fecal). Tiene un período de incubación relativamente corto, que va de los dos a los 21 días, y una tasa alta de mortalidad, potenciada porque hasta el momento no existe un medicamento seguro para tratarla, o una vacuna para prevenirla.


Entrenamiento de médicos cubanos para contener posibles casos. OPS


Desde hace un tiempo, el mundo teme que una pandemia golpee a la humanidad. Las muertes por la fiebre amarilla, la peste negra, la gripe española, epidemias masivas que mataron millones de personas, son imágenes guardadas en el imaginario social, que asustan y ponen al mundo en alerta. Como sucedió con el virus H1N1—que generó la declaración de pandemia de 2009—el ébola reavivó esos miedos. En Latinoamérica y el mundo.


En estado de alerta

Los primeros casos de ébola se registraron en marzo del 2014 en Guinea, aunque los expertos aseguran que ya en diciembre de 2013 el virus estaba circulando en ese país. A los pocos días se confirmaron casos en Liberia, país vecino. Antes de fin de ese mes, Sierra Leona se convirtió en el tercer afectado. A esa altura, la Organización Mundial de la Salud (OMS) admitió que la epidemia estaba “fuera de control”. En julio, Nigeria confirmó circulación viral. Pese a los esfuerzos, los casos se fueron multiplicaron, incluyendo a mucho personal sanitario, como la enfermera española que se convirtió en el primer caso fuera de África de la enfermedad.

A partir de esto, el planeta se puso en alerta. En Latinoamérica, las autoridades sanitarias comenzaron a trabajar en protocolos de emergencia para atender los posibles casos. Aunque los especialistas consideran lejana la posibilidad de un brote en el continente, los planes de prevención y control se hicieron efectivos, y como en el caso de Brasil se llegaron a ejecutar.


Curso de entrenamiento para gestión de pacientes de ébola en St. John's en el Caribe en diciembre del 2014. Foto: OPS


Para colaborar con estos programas, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) envió una serie de misiones de expertos a más de 25 países de la región. El objetivo era mejorar la preparación de los países para detectar y responder a un potencial caso de ébola, entre otra serie de acciones. “La verdadera preparación no proviene solamente de los planes de contingencia, sino que necesita estar firmemente insertada en robustos sistemas nacionales de salud, en un personal de salud capacitado y en una red global y regional de apoyo, capaz de coordinar esfuerzos y canalizar suficientes recursos para actuar oportunamente”, expresó la OPS mediante un documento.

“Todo el mundo tiene el fantasma de un brote masivo en la cabeza”
—Omar Sued

Todo esto no impidió que el miedo, por lo menos al principio de la epidemia, se instalara en un sector de la población. Así lo admitió Omar Sued, médico infectólogo miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI). Ante la consulta de LatinAmericanScience.org aseguró que “todo el mundo tiene el fantasma de un brote masivo en la cabeza”.

Consultado sobre la situación de la región en general y de la Argentina en particular respecto al ébola, Sued agregó que “nos preocupa como país o como sistema, pero a nivel individual no tiene que generar preocupación todavía, porque mientras no haya casos activos o no se esté en contacto con ellos, no hay riesgo para la población”.

Cuando se desató el brote, la SADI elaboró un documento informativo donde dio detalles de la enfermedad, su forma de contagio, síntomas y la manera de prevenirla. “Si en el último mes viajó o estuvo en contacto con personas que viajaron a zonas de África occidental y presenta un estado gripal fuerte, diarrea, vómitos, dolor abdominal, consulte a su médicos”, expresaba el documento. Los síntomas, agregaron, aparecen entre dos y 21 días después de contraer la enfermedad.


Presentación en Chile del protocolo de emergencia. Foto: OPS


Si bien todo hace indicar que Latinoamérica está por el momento fuera del alcance de la epidemia, los especialistas advierten que es difícil predecir brotes de esta magnitud. En este sentido, Sued asocia la propagación de casos en Guinea, Liberia y el resto de los países africanos a una acción casi casual.

“El ébola está desde el ‘74 en esa parte de África, siempre había hecho pequeños brotes que se fueron conteniendo. Aparentemente la pobreza, la falta de oportunidades económicas, hicieron que todo un país deforestara un bosque, donde hay un montón de murciélagos infectados con el virus, que pasaron a cuatro ciudades con mucha migración, lo que generó un desbalance que se asocia con el brote”, dijo.

¿Estamos preparados?

A más de un año de la declaración del brote, salvo Estados Unidos en la región americana no se registraron casos de ébola. Pero los instrumentos para afrontar un posible foco infeccioso están en alerta.

Así sucedió la última semana de enero de 2015 en la Ciudad de Buenos Aires, cuando dos jóvenes fueron a la guardia de un hospital con un cuadro febril y algunos problemas estomacales. Lo que podía ser una visita de rutina terminó activando el protocolo de emergencia establecido por el Ministerio de Salud de la Nación para casos de ébola. Es que las mujeres, de 23 y 16 años, venían de misionar en Nigeria, donde además tuvieron contacto con personas de toda la región. Si bien los análisis dieron negativo, la alarma existió, y mostró la forma en que la Argentina se preparó para evitar la epidemia.


Información sobre ébola del ministerio de salud del gobierno argentino.


En agosto de 2014, cuando la epidemia no cedía y el alerta se multiplicaba, el Ministerio de Salud argentino difundió un plan para eventuales llegadas al país de personas infectadas con el virus. Estas personas, remarca el documento, “serán aislados, evaluados y eventualmente trasladados cumpliendo con las medidas de protección al hospital de Alta Complejidad Néstor Kirchner de la localidad de Florencio Varela o al hospital de Pediatría Juan P. Garrahan, establecimientos designados para la atención de estos casos”. Además, se estableció que el laboratorio nacional de referencia que se ocupará de analizar las muestras y confirmar los casos, en caso de ser necesario, es el INEI-ANLIS Carlos Malbrán.

Si bien los análisis dieron negativo, la alarma existió, y mostró la forma en que la Argentina se preparó para evitar la epidemia.

“Nuestro sistema de Salud está en alerta epidemiológica, esto quiere decir que ya se definieron hospitales de referencia y se difundió información clave para los equipos de salud, es decir, cuándo sospechar un caso, cómo diagnosticarlo y tratarlo, cómo prevenir contagios y cómo notificar a las autoridades la presencia de un enfermo de esta gravedad”, dijo el Ministro de Salud bonaerense Alejandro Collia.

El plan de contingencia contra el ébola cosechó algunas críticas. El sindicato que reúne a los médicos en la provincia de Buenos Aires consideró que la estructura sanitaria pública no está en condiciones de afrontar un hipotético brote de la enfermedad.


Capacitación de la OPS sobre trajes y aislamiento. Foto: OPS


“En la provincia de Buenos Aires el Ministerio de Salud tomó algunas medidas, pero nuestros hospitales no están preparados para el ébola, ni para atender cuestiones muchos menos graves que una epidemia”, sostuvo Marta Márquez, vicepresidenta de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la provincia de Buenos Aires (CICOP).

En diálogo con LatinAmericanScience.org, la profesional ratificó las críticas realizadas el año pasado, y afirmó que en el sistema sanitario “tenemos problemas serios de infraestructura, edificios hospitalarios viejos, un tema bastante complejo, y un reclamo casi histórico de nuestros gremio, para que los pacientes tengan la atención correcta”.

En 2014, la dirigencia sindical rechazó que se haya elegido el hospital marplatense Alende: “si llega a haber un caso de ébola en las condiciones que estamos es para salir corriendo”. En ese momento, Alejandro Loreti, delegado de CICOP, denunció que en el lugar no había “barbijos para las enfermedades contagiosas y menos que menos tenemos elementos para enfrentar el ébola”.


Protocolo argentino para manejo de casos sospechosos de ébola. Via informe del ministerio de salud argentino.


Peligro, pandemias

El brote africano de ébola agitó en todo el mundo el fantasma de una epidemia de alcance global, alimentando el miedo que las imágenes dantescas que fueron llegando de los países afectados. Gente muriendo en el suelo, pueblos abandonados por el miedo, agentes sanitarios con trajes aislante apilando cadáveres fueron postales que rápidamente recorrieron el mundo y alertaron sobre la gravedad de la situación. La idea de una pandemia al estimo de la película Contagio es parte de nuestros miedos más íntimos.

Para algunos científicos, como la viróloga María Zambón, esta posibilidad no es pura ciencia ficción, y en el corto plazo puede ser muy real. “Durante el último siglo hemos tenido cuatro grandes epidemias de gripe, además del Sida y el SARS (el síndrome respiratorio severo agudo). Las pandemias masivas asolan el mundo cada siglo y es inevitable que al menos una ocurra en el futuro”, afirma Zambón, especialista del Health Protection Agency’s Influenza Laboratory del Reino Unido.

"Las pandemias masivas asolan el mundo cada siglo y es inevitable que al menos una ocurra en el futuro"
María Zambón

“A lo largo de la historia hubo grandes pandemias, epidemias masivas que mataron millones de personas. Ahora hay mecanismos para contener la expansión de este tipo de epidemia entre países. La OMS tiene un reglamento internacional para evitar esta transmisión de infecciones; hay salud en las fronteras, limitaciones para exportar algunos elementos, desinfección de aviones. Todos mecanismos para evitar que haya una epidemia masiva”, relató Sued.

Para el infectólogo argentino, en el caso hipotético de una pandemia, deberían darse algunas condiciones para su masividad. “Primero, relató, debe haber un virus que se contagie de forma fácil, por ejemplo por las vías respiratorias, que lo haga cuando la persona portadora está sana, entonces lo expande sin darse cuenta, lo que facilita la transmisión”. Sued recordó que en casos como el del VIH, como el período de incubación es muy largo, se facilita el contacto “con períodos de incubación cortos como la gripe, no hacen pandemia si no se trasmiten muy rápido”, graficó.

Pese a esto, Sued descree de una situación como la de Contagio, o de la serie “The Last Ship”, y recordó otros problemas de salud pública menos atendidos por la agenda mediática. “No creo que haya una epidemia que en un año mate millones de personas, de hecho las tenemos, la epidemia de tuberculosis mata un millón de personas, tenemos la epidemia de obesidad. Pero la aparición de un agente nuevo, no lo veo”, concluyó.

Ya que se piense como Zambón, o se sea más cauto como Sued, la idea está en nuestras cabezas. Y cada tanto, resurgen. Porque como sugiere el escritor irlandés George Bernard Shaw, “en este mundo siempre hay peligros para quien les tiene miedo”.


 

 

Diego Lanese es licenciado en periodismo y reside en Buenos Aires. Luego de un largo derrotero por diversas temáticas, hace unos años se dedica al periodismo de ciencia y la divulgación científica. Se formó en la materia en el Instituto Leloir, donde realizó el curso-taller de Introducción al periodismo científico. Entre sus temas de mayor intereses se encuentran la astronomía, la astrofísica, la física, la salud pública, las políticas sanitarias, la industria farmacéutica y el acceso a los medicamentos. Ha escrito para diversos medios, como el diario Buenos Aires Económico (BAE), la revista El Federal, la revista VBV, el portal Mirada profesional, entre otros. Es columnista de ciencia en el programa radial Aire Nativo (Radio Ele, Lomas de Zamora). En estos momentos, escribe su primer libro, dedicado a las enfermedades olvidadas en la Argentina. Síguelo en Twitter en @diegolanese.
 

 
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