por Felix Moronta
¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que consiste en la muerte progresiva de determinadas neuronas de la corteza cerebral. Las neuronas que van sucumbiendo de forma gradual forman parte de redes neuronales de los lóbulos temporal y parietal de ambos hemisferios cerebrales, regiones responsables del mantenimiento de las capacidades cognitivas, conductuales y psicológicas de las personas.
Todo empezó en 1901 cuando una mujer de 51 años de edad, Auguste Deter, fue internada en un manicomio estadal en Frankfurt (Alemania). Ella sufría de deficiencias cognitivas y del lenguaje, alucinaciones auditivas, delirios, paranoia y comportamiento agresivo. Fue estudiada por uno de los médicos del hospital, Dr. Alois Alzheimer y cuando ella murió en 1906, el médico estudió su cerebro. Alzheimer descubrió placas, ovillos y arterosclerosis en su cerebro. Presentó el caso en una reunión de psiquiatría en 1907 y desde entonces la enfermedad recibe su apellido.

Hoy sabemos que esas placas seniles se forman por la acumulación y precipitación del péptido β-amiloide fuera de las neuronas y los ovillos neurofibrilares por el conglomerado de proteínas hiperfosforiladas de los microtúbulos en el interior de las neuronas.
Está bien documentado que los pacientes que padecen Alzheimer sufren también de anosmia o pérdida del sentido del olfato. De hecho, las pruebas para establecer umbral e identificación de olores están cada vez más extendida debido a que es el primer signo de deterioro neuronal en el Alzheimer.
Teniendo esto en consideración, y otros hallazgos similares en modelos animales, investigadores venezolanos han logrado hallar un vínculo entre el olfato y biomarcadores de Alzheimer.
Científicos venezolanos logran detectar placas seniles en el epitelio olfatorio de pacientes
El investigador Carlos Ayala-Grosso y sus colaboradores de la Unidad de Terapia Celular del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, en Caracas, ofrecieron evidencias concretas de marcadores específicos de la enfermedad en pacientes que todavía no han sido diagnosticados con Alzheimer.
En total participaron voluntariamente cinco sujetos sanos, tres con daño cognitivo leve y dos con Alzheimer. Se les aplicó la prueba básica de umbral de detección de olores; exámenes de sangre para analizar los factores de riesgo genéticos; resonancias magnéticas para determinar la atrofia del cerebro, y se les tomaron biopsias de la mucosa olfatoria (uno de los pocos lugares del cuerpo en el que se puede acceder al sistema nervioso bajo anestesia local y con un procedimiento quirúrgico endoscópico no invasivo) para conocer la existencia de β-amiloide en este tejido.
Los resultados revelaron depósitos de la proteína β-amiloide en biopsias de tejido de la mucosa olfatoria tanto de los pacientes con déficit cognitivo leve como de los diagnosticados con Alzheimer. En contraste, los sujetos del grupo sanos no presentaron acumulación de dicha proteína. Se piensa que la acumulación de la proteína pudiera impedir la regeneración de las células olfatorias, trayendo como consecuencia el daño progresivo e irreversible del neuroepitelio olfatorio, y por tanto la anosmia.
Figura 3. El epitelio olfatorio se ubica en el “techo” de la cavidad nasal. Es un tejido del sistema nervioso accesible mediante técnicas poco invasivas. Las biopsias de este tejido permitieron detectar la presencia de β-amiloide (zonas rojas) incluso en pacientes con demencia moderada.
Este inédito hallazgo sugiere que la pérdida tanto del olfato como de las capacidades cognitivas están asociadas y refuerzan el hecho de que la mucosa olfatoria pudiera ser un recurso para detectar biomarcadores de Alzheimer en las etapas más tempranas de la enfermedad.
No obstante, la prevención primaria (acceso a la educación, mejoras socioeconómicas, estilo de vida saludable, disminución del riesgo cardiovascular) sigue siendo la mejor arma contra la enfermedad.
El Alzheimer en Latinoamérica
En 2013 se estimaron 44 millones de personas que sufren de demencia a nivel mundial, con 7.6 millones de casos nuevos al año. Se estima que los pacientes se duplicarán cada 20 años, llegando hasta 76 millones para el año 2020 y 135 millones en el 2050 en todo el mundo. Este incremento será más marcado en las regiones en vías de desarrollo, como América Latina y el Caribe.
La prevalencia de la enfermedad en Latinoamerica es alta, entre el 6 y el 6.5 por cada 100 adultos mayores, con un incremento de hasta el 146 % para el año 2040 con respecto a 2001, sobrepasando a cualquier otra región del mundo. La tasa de incidencia anual ronda los 400.000 casos anuales, lo que hará llevar la población de pacientes actuales de 3.4 millones a 4.1 millones para el 2020 y a 9.1 millones en el 2040; una cifra similar a la estimada para Norteamérica.
La demencia es, conjuntamente con la artritis, la principal causa de discapacidad y dependencia entre los adultos de más de 60 años. Ello conlleva a un gasto económico tremendo, estimado en aproximadamente 23 mil millones de dólares anualmente para Latinoamérica (un 11 % del costo total de todo el continente americano, a pesar de que América Latina y Caribe albergan casi la mitad de los afectados). Esos gastos irán incrementándose proporcionalmente con el aumento de los casos nuevos de la enfermedad.
La demencia es una condición que se caracteriza por el deterioro progresivo e irreversible de la memoria, del lenguaje, la conducta y la cognición que repercuten negativamente en el desenvolvimiento del individuo en la sociedad. Es la primera causa de discapacidad en adultos mayores y la mayor contribuyente de dependencia y sobrecarga económica y psicológica para los familiares. Y de todos los tipos de demencias descritas, la enfermedad de Alzheimer es responsable hasta del 70 % del total de los casos.
Importancia de la prevención y el diagnóstico temprano en las demencias
Si bien los síntomas clínicos y otras variables son un signo de que se padece de Alzheimer, el diagnóstico verdadero y definitivo siempre se hace post mortem, pues es en la autopsia cuando se puede acceder al cerebro y encontrar las placas seniles del péptido β-amiloide indicadoras de la enfermedad. Además, el intervalo prolongado entre el comienzo de los cambios neurodegenerativos y el comienzo clínico de la demencia (lapso de entre 15 y 20 años) hace que los tratamientos actuales para ayudar a paliar algunos síntomas sean poco efectivo y jamás afectan la progresión de la enfermedad.
Un objetivo realista sería posponer el comienzo clínico de la enfermedad a edades más avanzadas. Se ha llegado a estimar que un año de retardo en el comienzo de los síntomas del Alzheimer, resultaría en la reducción de 12 millones de casos en todo el mundo para 2050, así como una disminución significativa de los costos. Pero ¿cómo podríamos anticiparnos a los síntomas de demencia? En la nariz podría estar la respuesta.
Felix Moronta es biólogo molecular venezolano de 31 años de edad. Actualmente es un post-doc en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas en Caracas. Su blog es http://felixmoronta.com.
Referencias
Alzheimer Disease International – World Alzheimer Reports: http://www.alz.co.uk/research/world-report
Carlos Ayala-Grosso et al. (2014) Amyloid-Aβ Peptide in Olfactory Mucosa and Mesenchymal Stromal Cells of Mild Cognitive Impairment and Alzheimer’s Disease Patients. Brain Pathology, DOI: 10.1111/bpa.12169, 5 SEP 2014. http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/bpa.12169/full
Juan Llibre y Raúl Gutiérrez (2014) Demencias y Enfermedad de Alzheimer en América Latina y el Caribe. Revista Cubana de Salud Pública, 4(3).
Organización Mundial de la Salud – Demencia http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs362/es/
The Brain from top to bottom http://thebrain.mcgill.ca/flash/capsules/histoire_jaune03.html