por Felix Morontá
La sociedad suele ser históricamente reticente a la adopción de una nueva tecnología. La mezcla de miedo a los desconocido, desinformación y manipulación por parte del neoludismo lleva al rechazo irracional de herramientas modernas que nos mejoran la vida.
Una de esas herramientas es la biotecnología agrícola moderna y el gobierno venezolano es un vergonzoso ejemplo de ese disparatado rechazo. Sin embargo, una empresa pública bolivariana está comercializando transgénicos.
¿Cómo lo sé? ¿Qué tipo de transgénico? ¿Qué implicaciones puede tener? Vayamos por partes…
La revolución genética, desde el conocimiento de la estructura del ADN hasta la tecnología del ADN recombinante, ha permitido que la humanidad sea capaz de “moldear” los organismos vivos para utilizarlos con un fin determinado. Pero ojo, esta manipulación genética no es nada nueva, la venimos haciendo desde la invención de la agricultura (hace 7000 años, apróximadamente). De hecho, debemos nuestro crecimiento y evolución como sociedad a la domesticación (modificación genética “lenta”) de nuestros alimentos [el pibe Federico Espinosa habla de ello en “Una ensalada de fin de semana al natural… ¿natural?“].

La biotecnología moderna lo que ha hecho es acelerar y sofisticar los procesos en el mejoramiento genético de especies vegetales (también de animales, bacterias, virus), permitiendo la inserción de genes entre especies distintas y generando nuevos materiales (transgénicos) que mediante técnicas tradicionales no hubiera sido posible. Sin embrago no es un invento netamente humano, ya que la naturaleza produce sus propios transgénicos naturales.
En la definición laxa de transgénico, entrarían entonces en ese grupo los árboles infectados con Agrobacterium tumefaciens, las bacterias intestinales de los japoneses, losáfidos de nuestros jardines, la babosa Elysia chlorotica, y nosotros mismos porque nuestro el 8 % de nuestro genoma es de origen viral.
El caso que nos compete es el del maíz, el cereal de mayor producción a nivel mundial. Esta planta presenta un grado de domesticación tal que es totalmente dependiente de la actividad agrícola, pues los procesos de selección y modificación genética mediante mejoramiento eliminaron por completo las características ancestrales de sobrevivencia en la naturaleza.
El maíz es un alimento básico para los venezolanos, pues la harina precocida de maíz es empleada para la elaboración de las suculentas arepas ¡Son un manjar! Es por ello que la producción de este rubro debería cubrir la necesidad básica establecida por la demanda de la población. Pero para mantener y aumentar la producción, es necesario un suministro adecuado de semillas y desde 2005 importamos la mayor parte de las semillas. A que lo ven venir…

El número más reciente de la Revista de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela publica un artículo firmado por Luis Díaz e Iván Galindo (uno de mis antiguos jefes) donde describen la detección de maíz transgénico en Venezuela. Y lo más escandaloso del asunto (y patéticamente paradójico e incoherente) es que el maízproviene de una empresa gubernamental ¿Cómo te quedas?
Recordemos de desde el año 2004, el presidente Chávez declaró a Venezuela como “país libre de transgénicos” y el pasado 14 de octubre la A.N. aprobó la nueva Ley de Semillas Antitrangénicas (un documento que, de ser aprobado tal como está, nos sumiría en la más profunda hambruna).
Lo autores analizaron en 12 cultivares de maíz comerciales (10 públicas y 2 privadas) y 2 provenientes de pequeños agricultores; incluyendo como controles 1 una variedad de maíz autóctono (negativo) y una variedad transgénica argentina (positivo), con el objetivo de detectar marcadores específicos de organismos genéticamente modificados.
Haciendo uso de un ensayo que recuerda a las pruebas rápidas de embarazo, en la que aparece una banda de color si es positivo (sé lo que se siente al aparecer una bandita de esas…), los investigadores fueron capaces de detectar la presencia de la proteína Cry1AB en una de las variedades provenientes de una empresa pública. Esta proteína, conocida también como Bt, resulta tóxica para insectos lepidópteros (plaga del maíz) y es producida por un gen de la bacteria entomopatógena Bacillus thuringiensis var. Azawai.
Una estrategia para saber si un alimento está modificado genéticamente, consiste en detectar (mediante técnicas de biología molecular) algunos rasgos comunes que poseen este tipo de organismos. Por ejemplo, para que un transgen (el gen cry1ab en este caso) se exprese y funcione debe poseer una secuencia promotora aguas arriba. Esto se logra insertando una secuencia de un virus (del mosaico de coliflor) conocida como P35S. Pero además debe asegurarse que solamente se exprese lo que uno desea, así que hay que detener la expresión con una secuencia específica para ello, llamada terminador. Suele utilizarse el terminador Tnos procedente de Agrobacterium tumefaciens. Como ven, el diseño y construcción de un transgénico es meticuloso.
Los investigadores aislaron el ADN de todas las muestras y procedieron a averiguar si poseían las secuencias P35S y/o Tnos. Los resultados estuvieron en concordancia con la detección de la proteína Cry1AB, pues la amplificación de ambas regiones se logró para la misma muestra gubernamental.
Además buscaron la presencia del gen pat, cuyo producto (la enzima fosfinotricina-N-acetiltransferasa) confiere resistencia al herbicida glufosinato de amonio, con resultado igualmente positivo [el gen pat es obtenido de la bacteria Streptomyces viridochromogenes]. Como si se tratase de detectives de CSI, los autores hallaron pistas suficientes para determinar que esa variedad de maíz transgénico es el conocido comoTC1507, el cual fue registrado en 2006 por las empresas Pioneer Hi-Bredd international yMycogen Seed.
Esta variedad transgénica comercializada por el gobierno de Venezuela no representa ningún riesgo para la salud, ni nutricional, ni ambiental (según se desprende de los ensayos clínicos obligatorios para su uso). Además ha dejado buenos dividendos a los productores de los EEUU, Canadá, Argentina, Colombia, Brasil y Europa, regiones donde ha sido aprobado.
No es difícil imaginar cómo llegaron estas semillas al campo venezolano. Nuestro mayor campo de producción y granero es la ciudad de Puerto Cabello, por donde entra la mayoría de nuestros alimentos. Nuestra nutrición es totalmente dependiente de las importaciones de productos agrícolas y en el contexto del auge de la producción de transgénicos, la falta de controles de bioseguridad en las aduanas y la urgente necesidad de abastecer la demanda nacional, era solo cuestión de tiempo un evento como este.
Lejos de ser una alarma social, pretendo con estas líneas hacer un llamado a las autoridades y al público para sincerar la tozuda posición antitransgénica. Se prohibe su uso, comercialización e investigación, pero se importan toneladas de ellos ¿Beneficiando entonces a quién? Los transgénicos NO son malos para la salud humana ni animal (incluso algunos son nutricionalmente mejores que los alimentos convencionales), benefician al medio ambiente, la producción y rendimiento son mayores y los productores obtienen mejores ganancias. No es razonable oponerse a su uso. Y muchos menos en la Venezuela escasa de alimentos de hoy.
Para saber más:
Díaz e I. Galindo (2014) Detección e identificación de eventos asociados a organismos vivos modificados en semillas de maíz (Zea mays L.) en Venezuela empleando métodos de inmunoensayo y análisis por PCR. Rev Fac Agron UCV, 40(1): 37-49.