El año comenzó con el pie derecho: solo habían trascurrido catorce días y ya íbamos rumbo a una cueva nueva.
El 14 de Enero de 2017 fue nuestro viaje y comenzó madrugando. Me desperté temprano para dar el último visto bueno a todo el equipo y las herramientas. Mientras tanto, le envié un mensaje al equipo: Melissa Sanabia, José Romero, Luis de la Fuente, Eduardo Gracia y su servidor, el equipo explorador del Grupo Pionero Espeleológico de Sonora (G-PES). Para mi sorpresa, todos estaban listos.. Me sentía un poco nervioso, ya que era mi primera vez como líder de la expedición dentro de una cueva nueva, y la responsabilidad de tomar las mejores decisiones recaían en mí. Obvio, esto se quedó en mi mente y no lemenciono nada al grupo.
Manejamos hasta el municipio de Naco, Sonora durante casi cinco horas. A mediodía llegamos al centro de la localidad, esperando a nuestro contacto. Se presentó ante nosotros Nidia, y nos comenta que es la nieta del Sr. Raymundo Gámez, dueño del rancho donde se descubrió la cueva. Nos trasladamos a la siguiente estación, que corresponde a una pequeña casa con tres cuartos y una estufa casera, localizada al sureste de Naco, a una hora y media. Ahí nos esperaba el Sr. Raymundo Gámez y comenzamos hablar sobre la cueva “La Mora o Morita”.

El dueño nos contó sobre la exploración de dicha cueva por Sergio Santana, espeleólogo mexicano que fue convocado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y por él, para la evaluación del potencial de la cueva para el turismo. Santana exploró la cueva en el 2011 y sus conclusiones fueron que con la infraestructura adecuada, la cueva es viable para el eco-turismo. Nosotros leímos dicho proyecto antes de ir y fue una de las razones de estar ahí. Consideramos que algo hace falta.
A las 14:00 comimos y nos preparamos. La expedición tenía dos objetivos: mapear la cueva y corroborar la información de Sergio Santana. Habían pasado seis años pasado desde su visita y el proyecto se sigue esperando. Guardamos cascos, lámparas, pilas, cuerdas, botiquín, cámara, comida, agua y nuestras herramientas para mapear en nuestras mochilas. Nadie sabe cuánto tiempo duraremos bajo tierra.
Bajamos del Jeep y comenzamos la travesía a pie. Nuestro guía es el propio Sr. Raymundo, acompañado de Nidia y Estefany, sus parientes. El equipo G-PES sigue a nuestro guía, siendo yo la última persona. Mientras camino, mis nervios incrementan. Incluso leyendo el trabajo de Sergio Santana, no sé qué esperar.Sin embargo, observó algo: no hay sierras cercanas. La mayoría de las cuevas exploradas por los miembros de G-PES se han ubicado en sierras, peren este momento atravesamos tierra de pastos. Esto permite que mis nervios desaparezcany se convierten en emoción. Esta cueva puede ser diferente al resto. Lo es.
La entrada de la cueva es una pozo de seis metros de profundidad con un gran árbol de moras dentro del hoyo. Es el único árbol en kilómetros, en medio de la nada. De ahí surge el nombre distintivo de la cueva, “La Mora”. Nuestras cuerdas no son necesarias, el ranchero ha instalado escaleras para descender fácilmente. Con esto, vemos el interes del Sr. Raymundo para usar la cueva. Después del descenso, encontramos la verdadera entrada a la cueva, una abertura de medio metro, por el cual nos arrastramos para entrar a la primera sección. La luz del día es visible a través de esta entrada, y es ahí donde nos alistamos. Nidia Gámez, Estefany Hoyos, Melissa Sanabia, José Romero, Luis de la Fuente, Eduardo Gracia y yo exploramos la cueva. En el principio observamos que hay dos caminos, y elegimos el de la derecha. Fue el más largo y profundo. La primera sección es una gran salón rodeado por diferentes espeleotemas: estalactitas y estalagmitas por doquier. Nos movemos sin problemas por la sala ya que los espeleotemas se encuentran fuera del camino. La siguiente sección es un camino de 100 metros de extensión compuesta por varias caminos donde nos debemos arrastrar o agachar. Fuimos más y más profundo, encontrando pequeños cuerpos de agua, estalactitas y estalagmitas en crecimiento, excéntricas, lodo y guano fresco.

El guano era uno de nuestro objetivos extras. Para el equipo fue una señal de alerta: si hay guano, por lógica esta cueva es usada por murciélagos. Durante la exploración no encontramos a ningún murciélago, por lo que no sabemos qué actividad realizan dentro de la cueva. Sin embargo, su presencia es evidente y existen varias especies en peligro o amenazadas que se distribuyen por esta zona. Lo apuntamos en nuestras notas de campo. En muchas cuevas, el guano es la principal fuente de energía utilizada por cierto grupos de invertebrados y vertebrados. Por ello, siempre revisamos alrededor o dentro del guano, y este cueva no fue la excepción. Encontramos dos especies, un grillo cavernícola, con cuerpo y extremidades alargadas, tales que puede ser confundido por araña. También encontramos un milpiés dentro del guano. No sabemos si es un nuevo registro o nueva especie para Sonora o México. Es muy común encontrar nuevas especies en cuevas, ya que la vida dentro de una cueva es difícil y no todos sobreviven; por ende, las especies que viven en ellas están adaptadas para vivir a los ambientes subterráneas en completa oscuridad, una temperatura constante, una alta humedad y con escasez de alimento.
Continuando con la exploración nos encontramos con una sección con lodo. Fue un riesgo desde que pusimos un pie en él, y recomiendo que nos sentáramos para desplazarnos por ahí. El equipo G-PES pasa sin problemas, pero de repente Estefany se resbala al intentar sentarse y se golpea con el casco la pared que tiene frente a ella. La fuerza del impacto remueve su casco. En ese momento estoy muy preocupado porel golpe: el accidente sucedió en segundos, pero lo vi en cámara lenta. Me muevo con precaución para ayudarla mientras se pone de pie. Le pregunto como se siente y su respuesta me calma. “Estoy bien, no te preocupes”, me dice con una sonrisa. “¿Cómo es posible que tu casco saliera volando?”, le digo. No había ajustado su casco, se le había olvidado. Al final nos reímos del suceso; sin embargo, sé que pudo ser grave. Mi primera vez como líder y casi tenemos un accidente. El rescate en cuevas, a diferencia de muchas actividades recreativas, es siempre complicado: inclusive en la cueva más “sencilla”, puede requerir horas o días para poder mover a alguien hasta la superficie y en este momento no estamos preparados con técnicas de rescate.
Alcanzamos la sección más profunda de la cueva donde observamos que visitantes anteriores han escrito sus nombres y fechas con el lodo, y se han preservado en buenas condiciones. Algunos datan desde los años 50. Regresamos a la entrada, donde nos espera el Sr. Raymundo Gámez. Vemos la hora y son casi las 20:00, así que comenzamos a tomar las medidas para crear el mapa, sin explorar el lado izquierdo de la cueva. El Sr. Raymundo, Nidia y Estefany dejan la cueva y nosotros nos dividimos en dos equipos: Melissa y Luis se enfocan en la fotografiar la cueva, mientras que José, Eduardo y yo nos enfocamos en el mapa y las mediciones de temperatura y humedad. Ambas tareas nos toman tres horas más. Durante el mapeo, visitamos la sección de la izquierda, compuesta por otra gran sala, caracterizada por dos enormes columnas —formadas cuando las estalactitas y estalagmitas se reúnen— en medio de la sala, rodeadas por columnas más delgadas. Estas formaciones nos asustaron, ya que las sombras creadas por nuestras luces y los espeleotemas jugaban con nuestra mente y creíamos ver siluetas.

Terminamos los objetivos a las 23:00 y estaba lloviendo en la superficie, no intensamente para nuestra suerte. Caminamos en la noche hacia el carro, con lluvia y una temperatura de 4 °C. Dentro de la cueva la temperatura estaba en 20 °C , así que olvidamos por completo que estábamos en invierno. Llegamos a la Cherokee y manejo a la pequeña casa. Dormimos inmediatamente. Habíamos pasado siete horas bajo tierra.
Compartimos nuestras observaciones con el Sr. Raymundo en la mañana vía mensajes. Le comentamos lo de los murciélagos y las posibles especies amenazadas. Si alguna de ellas se encuentra ahí, el proyecto turístico no puede continuar; no conocemos el status de los grillos y milpiés recién descubiertos.
Manejo de regreso a Hermosillo, descansamos bien la noche anterior y cantamos a lo largo de la carretera. Como buenos sonorenses, nos detenemos en Ímuris para comer una merecida carne asada. Nuestra expedición fue un total éxito. Inclusive con el casi accidente, me siento capaz de volver a actuar como líder de una nueva expedición. En casa, calculamos la nueva información obtenida, y la cueva incrementó 100 metros en comparación con el mapa de Sergio Santana, tal vez porque el uso de láseres nos permitió hacer mediciones más precisas. Ahora el registro de lacueva tiene 300 metros de longitud y -24 metros de profundidad. No es la más extensa o profunda, pero, desde mi punto de vista, es una de las cuevas más hermosas de Sonora.
Foto tapa: De camino a la cueva de “La Mora”. Foto: Eduardo Gracia.